
El ritmo de vida actual es cada vez más demandante, factores como la situación económica, la crisis de salud y las nuevas modalidades educativas, por nombrar algunos, han puesto a prueba a todas las personas por igual, provocando en algunos la intensificación de padecimientos que surgen desde edades muy tempranas como lo es la ansiedad. En enero de 2018, la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión, menciona en su artículo denominado; Salud mental en México, que aproximadamente el 28% de la población mundial sufre de algún tipo de trastorno de ansiedad. Estos trastornos aquejan a jóvenes y adultos por igual sin distinguir género o condición económica.
La sensación de ansiedad es una respuesta fisiológica anticipada ante una situación o estimulo externo, desconocido o inusual, que catalogamos como peligroso. En sí, es una respuesta adaptativa que nos permite mantenernos a salvo y surge para preparar al organismo para responder a un ataque o huir.
El problema surge cuando se generaliza esta valoración y todos los estímulos, incluso los que son inofensivos como hablar en público o presentar un examen, son catalogados como peligrosos, manteniendo a la persona en un estado de ansiedad constante, generando síntomas que pueden afectar negativamente en todas las áreas de su vida.
Algunos de los síntomas de la ansiedad que expresan los pacientes que acuden a consulta son:
- Taquicardia o palpitaciones.
- Sensación de ahogamiento o dificultad para respirar.
- Dificultad para conciliar el sueño o para relajarse y tener un sueño reparador.
- Imposibilidad para concentrarse.
- Sudoración.
- Tensión muscular.
- Preocupación constante y pensamientos recurrentes.
- Sensación de estar en peligro o expectante; “algo va a pasar”.
- Dolor de cabeza.
- Pensamientos catastróficos.
- Onicofagia; “morderse las uñas”.
- Malestares estomacales; dolor, náuseas, etc.
- Disminución o aumento de apetito.
Los síntomas pueden variar de persona a persona. Es importante estar pendiente si estos se presentan y la frecuencia con la que ocurren. Lo más recomendable es acudir con un profesional para iniciar un tratamiento antes de que los síntomas empeoren y puedan influir negativamente en diversas áreas de la vida. Dicho tratamiento consiste en terapia psicológica y puede incluir medicamentos para controlar los síntomas más graves. Es necesario tener en cuenta que solo esa es la función de los medicamentos, ya que por sí solos no “sanarán” al paciente. Es importante recalcar que la ansiedad no se cura, ya que es una respuesta fisiológica; solo se aprende a canalizar y controlar los síntomas que interfieren con las actividades cotidianas. Las causas del trastorno de ansiedad pueden ser variadas y, como todos los trastornos con inicios en la infancia, es necesario acudir a terapia para identificar la causa y trabajar en aquellos cambios que generen bienestar en el individuo.
Algunas formas para prevenir la ansiedad son:
- Organizar y planear las actividades del día y/o semana, como reuniones, eventos, salidas, citas médicas, etc.
- Mantener una dieta alimenticia variada, de ser necesario consultar con un profesional.
- Distribuir el tiempo para tener un descanso adecuado.
- Tener horarios fijos para consumir alimentos.
- Propiciar momentos de esparcimiento y ocio con familiares, amigos o pareja.
- Evitar o disminuir la ingesta de estimulantes como el café, bebidas alcohólicas, cigarros, drogas.
- Conocer y expresar adecuadamente las emociones.
- Incluir actividades físicas en la rutina diaria adecuadas a la edad y nivel de la persona, de ser necesario consultar con un profesional.
- Manejar inteligentemente las finanzas, evitando deudas o teniendo un ahorro para imprevistos.