
Antes de la pandemia, las clases presenciales fomentaban armonía y convivencia entre los alumnos y profesores, ya que se intercambiaban fácilmente conocimientos, herramientas, charlas y monitoreo constante. Esto quiere decir que
la práctica educativa daba la apertura para observar los comportamientos de cada uno
de los educandos, en compañía de diversas dinámicas que llegaran a recrear momentos idóneos con la finalidad de lograr estilos únicos y significativos dentro de los objetivos esperados.
En la actualidad, no estamos preparados para enfrentar un problema de salud que conlleve a generar un cambio radical de vida, afectando varios aspectos como el económico, el social, el político y el educativo. Quién diría que, en temas educativos, tendríamos un cambio distinto al acostumbrado, cuyos retos para la comunidad docente, de alumnos y padres de familia, les cambiara la vida. Esto se genera porque no todos se han capacitado para llevar a cabo una práctica innovadora, además de que se les complique el uso de las diversas herramientas tecnológicas que faciliten la práctica educativa y el uso de recursos didácticos complementarios. El no saber utilizar medios alternativos aplicados al aprendizaje, no quiere decir que sea malo o deba suponer motivo de vergüenza o pena.
A partir de ello, surge la siguiente pregunta: ¿cómo podemos transmitir el conocimiento en una clase en línea? Creemos que es difícil, pero la misma práctica docente nos involucra a generar nuevos conocimientos, nuevas experiencias, capacitación, anhelos y crecimiento. Se puede tomar a un médico como ejemplo: si no se actualiza, queda obsoleto; al igual que un abogado, contador, odontólogo, etc. Cada uno de nosotros, por convicción, imperativamente, debemos asumir un compromiso transformador de métodos educativos que alienten a nuestros alumnos.
Debe quedar en claro que el esfuerzo y compromiso por enseñar sea totalmente diferente, basándonos en métodos adecuados para una clase en línea y otros para la manera presencial, estableciendo un reto o desafío, dependiendo de la perspectiva de cada ente. La docencia no debe ser utilizada como un terreno que genera un límite de construcción, sino ir más allá de las fronteras. Sin embargo, en la actualidad, muchos profesores se han dado a la tarea de darle soluciones a estos cambios presentes que, sin tener la mejor actualización, buscan generar una alegría al educando, sin portar la carga administrativa por la que se está enfrentando.
Debemos de comprender que una clase presencial suele ser diferente a una clase en línea, debido a que estamos frente a una computadora interactuando con nuestros alumnos, teniendo esa barrera de comunicación limitativa con cada uno de ellos, debido a que sólo se interactúa por conducto de una cámara, llevando a cabo una serie de características que nos impiden ampliar más nuestro campo visual que den la pauta de analizar actividades y estén prestándole atención a sus dispositivos móviles y no a la clase.
Aquí es donde nos encontramos con esa disyuntiva en generar un buen seguimiento de clase, buscar nuevamente esa interacción con nuestros alumnos de forma distinta, no dejarlos caer y entregarles nuestros conocimientos.