Transcurría el tercer día del mes de octubre del año 2017 cuando llegué a vivir a La Piedad, Mich. Era un día cálido, soleado, con un hermoso atardecer en colores rojizos, naranja y plateado. Mi compañera en esta parte de mi vida era mi madre, llegamos con la mudanza, pues tenía un trabajo que me llenaba de ilusión, de esperanza y me mantenía motivada para no sentir el cansancio por tanta turbulencia en mi vida en ese momento.

Unos años atrás, mis hijos habían emprendido su camino, yo me había divorciado y aún batallaba un poco con el duelo de la separación. Además, había pasado por algunas experiencias poco gratas con mis colegas y compañeros de trabajo. Todo esto me impulsó a cambiar de residencia, y había encontrado un empleo que, en principio, parecía muy prometedor, trabajaría para una universidad y sería la coordinadora de un plantel. El lugar marcado por Dios, el destino o el universo, como quieras imaginarlo, era la Piedad, Mich.

Ahora me encontraba en un lugar totalmente nuevo, y con ello la oportunidad de empezar a construir mis sueños, experiencias de vida que se han vuelto inolvidables y que sé que siempre estarán en mi memoria. Tal vez cuando lees esto te preguntarás: ¿qué experiencias? ¿Cómo es ese lugar? Pues bien, ahora mismo empiezo a contarte todo lo que la Piedad me ha regalado.

Encontré un departamento en una segunda planta, pequeño, cómodo, económico, lleno de luz, armonía y donde se respira paz y tranquilidad. Tiene dos piezas, una de ellas es mi recámara, la otra es mi consultorio. Cuenta con una salita, un baño y una cocina con una barra para comer, además hay un balcón que da a la calle, el cual decoré con varias plantas, una fuente y un par de sillas. Las escaleras te llevan a la azotea donde está el área de lavado, tiene una vista preciosa, desde ahí se puede observar casi toda la ciudad. Muchas noches subí a tomarme una copa de vino tinto, a estar con mis pensamientos y observar la luna llena.

En el camino para trasladarme al lugar donde trabajé por dos años, cada mañana me tocaba ver los amaneceres más hermosos. Aun en invierno, la luz del sol toma unos colores realmente para enamorarse. Además, el canto de las aves, el saludo de las personas que vas encontrando en el camino aun cuando no te conocen, el poco tráfico y lo rápido que podía llegar, hicieron de estos traslados un verdadero momento lleno de placer y armonía, un espacio para relajarme antes de llegar a la turbulencia del trabajo.

La universidad donde trabajé es un plantel muy grande. Se ubica en el centro de la ciudad, a unas cuantas cuadras de la plaza principal donde está el Templo del Señor de La Piedad. Los portales, el mercado municipal, algunos de los lugares que frecuentaba para ir a tomar el café con las amigas o para comer, si alguna vez visitas la Piedad, te recomiendo desayunar en el restaurant “Magufe”, un lugar que está decorado de manera armoniosa, con un ambiente agradable, buen servicio, donde puedes desayunar rico, limpio, delicioso y económico.

Por la tarde, puedes tomar el café en un lugarcito llamado “Casa Jardín”, el cual tiene una decoración vintage, cuenta con varios espacios donde puedes dialogar en plena privacidad, pues era una casona vieja de la cual conservaron su estructura, aprovechando cada rincón.

Y bueno, ya entrados en la gastronomía puedo decirte que, si vienes a La Piedad y no comes unas patas, chamorros y colas de puerco doradas, las cuales sirven con chile chipotle, papas y nopalitos en vinagre, acompañadas de una cerveza bien fría y viendo un partido de futbol en un lugar llamado “Patitas Liobas”, entonces te diré que no conociste nada de la Piedad, pues esta es una de las tradiciones gastronómicas más interesantes. Por supuesto que, si después de esa comida quieres seguir con el postre, te recomiendo los dulces y cajetas de cavadas, los cuales puedes encontrar en cualquier dulcería del mercado.

Al contarte sobre la gastronomía, viene a mi mente el estadio de fútbol, un lugar que debes conocer, pues la gente de aquí es apasionada del fútbol, además de que parte de la industria está relacionada con ello, pues es aquí donde se fabrican balones y zapatos para el fútbol.

Y hablando de industria, puedo también compartirte que es aquí donde hay varias empresas que se dedican a hacer croquetas de todo tipo, también es aquí donde se produce el combustible para los aviones y los rebosos más coloridos y hermosos de gran calidad textil.

Por fiestas no paramos. Recuerdo que algo que llamó mucho mi atención la noche del día que llegue, fue ver fogatas por toda la ciudad con un aroma a ocote que se extendía por todos lados.

– ¿Qué es eso? –  Pregunté a mi asistente a la mañana siguiente.

– Lic., son los tradicionales hachones.

– ¿Hachones? Y eso, ¿qué es?

– Del 25 de septiembre al 4 de octubre, las familias queman ocote afuera de sus casas y se reúnen para celebrar la liturgia y rosario a San Fráncico de Asís.

Realmente es un bello espectáculo el de esta gran fiesta milenaria: ver las luces de diversos colores en el cielo, las calles de la ciudad iluminadas por los hachones, el agradable aroma del ocote, la familia que se reúne alegremente en torno a la fogata mientras comparte alimentos y bebidas, al son de la música. 

Pero, ¿qué no es motivo para hacer fiesta en La Piedad, Michoacán? Un sin fin de celebraciones, los pretextos sobran, pues en realidad puedo decir que su gente es amable, cálida, gente que vive con las puertas de su casa abiertas y el corazón alegre, gente que ríe, que comparte, que sueña y disfruta de la vida, gente trabajadora, que se esmera días a día por tener una mejor preparación, gente que busca la oportunidad de crecimiento y que comparte, te extiende la mano y te apoya.

Durante mucho tiempo quise independizarme para llevar a cabo diplomados y talleres avalados por la SEP; logré impartir algunos en Morelia, Puebla, Querétaro, pero en La Piedad he roto el récord. En ningún lugar he podido impartir tantos talleres y diplomados como aquí. Esto, para mí, es muestra de que los piedadenses son personas con el gran deseo de salir adelante y de prepararse.

Ahora, cuando me preguntan: ¿por qué quiero seguir en La Piedad de Cavadas, Michoacán? La respuesta es muy clara para mí… porque La Piedad me ha dado mucho más de lo que yo esperaba, y estoy realmente agradecida con su gente y maravillada con todas sus raíces y sus tradiciones.

En cuanto a la universidad para la cual trabajaba durante todo ese tiempo, que me dio la oportunidad de conocer efímeramente algunas de las tradiciones de La Piedad, lo único que puedo decirte es que es un lugar donde, lejos de apoyar la iniciativa, la coartaban, donde el dinero está por encima de la calidad educativa y donde el ego de los propietarios es tan grande que hace imposible el crecimiento profesional. Motivo por el cual, muy decepcionada, tuve que abortar ese proyecto de mi vida.

Sin embargo, la vida da muchas vueltas y ahora estoy siendo parte de otro equipo de trabajo, de una Universidad que abrió sus puertas en esta ciudad hace apenas un cuatrimestre, y que es, sin lugar a dudas, el espacio profesional que yo buscaba, pues hay apertura para las propuestas académicas, libertad de cátedra, apoyo con profesionalismos. En esta universidad, la visión humana y la educación de calidad son los factores más importantes. Mil gracias a la UNIVERSIDAD UNO, a la Lic. Lorena Elizabeth Torres Guerrero por invitarme a ser parte de su equipo de trabajo, por confiar en mi persona para guiar, orientar y apoyar a los alumnos en su camino hacia su carrera profesional.

Hoy puedo decir con gran orgullo que soy UNO.

Mi estancia en La Piedad, Michoacán: La Perla Negra del Pacífico

Navegación de la entrada


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *