En varias comarcas de México, la falta de moneda fraccionaria indispensable para las operaciones comerciales de poca cuantía y, especialmente para las rayas en las haciendas, hicieron que se buscara un remedio, lo que ideó la emisión de signos de cambio que fueran de valores representativos. A estas piezas les aplicamos el nombre de monedas de necesidad, pues fueran acuñadas para llenar una apremiante necesidad local.

Desde antes y después de la independencia, se conocieron piezas de este tipo, conocidas con el nombre de “tlacos”, que normalmente su valor representaba la octava parte de un real de plata. Circularon en muchas partes del país y se usaron para su acuñación en cobre, plomo, latón, madera, cuero, vidrio y hasta jabón. Durante buena parte del siglo XIX, circuló la serie más homogénea y numerosa de estas monedas en el estado de Michoacán, pues tan extensa como importante esta entidad no acuñó moneda oficial propia como en otros estados como Jalisco, Zacatecas, Chihuahua y otros estados donde hubo suficiente moneda fraccionaria para satisfacer las necesidades regionales y prediales.
En el estado de Michoacán, además de las monedas acuñadas por diferentes municipios, también existió una gran cantidad de ejemplares elaborados por haciendas, en donde la población era incluso tan numerosa como en las villas, también las fabricadas por los comerciantes importantes para darle facilidad a sus transacciones.

Las necesidades públicas obligaban a ciertas poblaciones como Jiquilpan, Sahuayo y Guarachita a formar pequeñas ligas monetarias donde todos compartían sus monedas, pero su circulación no pasaba de estos municipios a menos que fueran reselladas por otras comarcas por sus signos convencionales.

Jalisco indicando que transito también en este municipio algo muy raro de ver.
Muchos pueblos de Michoacán, limítrofes con el estado de Jalisco, utilizaban cuartillas muy gastadas de Jalisco y sobre ellas resellaban sus iniciales o inscripciones abreviadas como en la imagen anteriormente mostrada. Esta práctica era muy común en este tipo de monedas pues facilitaba el proceso al no tener que fabricar cospeles para acuñar.
El municipio que tuvo mayor circulación de moneda en el estado de Michoacán fue, sin duda, Zamora, en donde, tanto el municipio como los comerciantes, emitieron cantidades de estas fichas con diversos emblemas, apellidos y monogramas que hoy en día son casi imposibles identificar, esto provoco que la federación retirara varias veces estas monedas quizás por considerarlas ilegales, aunque muchas de estas fueron puestas nuevamente a circular como las de resello Za (Zamora) y las de la fracción 1/8. Ambas, hoy en día, son las piezas más comunes de encontrar.

Muchas piezas del estado de Michoacán presentan los atributos de moda en México desde la guerra de independencia, como son arcos y flechas, águilas y serpientes, nopales y gorros frigios que representaban el sentir del pueblo sobre la guerra y la reciente libertad. Sin embargo, en algunas monedas se ostentan emblemas y adornos de la colonia española e incluso representaciones del águila y escudo de armas norteamericanos, aunque son muy raros y se limitan a unos cuantos municipios.

La mayoría de moneda en Michoacán fue defectuosamente acuñada a martillo y, en muchas ocasiones, hay faltas de ortografía o letras invertidas en las leyendas. Los reversos no siempre coinciden con los anversos y los tejos varían de grueso y no siempre son regulares. Pero estas monedas se encuentran todavía más deterioradas por el uso y por el tiempo. Sin embargo, los diseños que ostentan demuestran que, de haber contado los municipios con buenos elementos, se hubieran producido ejemplares numismáticos verdaderamente artísticos.
