Las matemáticas que se enseñan de una forma divertida o lúdica son más digeribles a diferencia de cuando se enseñan de una manera clásica o científica. Tenemos que tener claro que la matemática es una de las ciencias más antiguas del mundo. Al ser tan comunes en la vida cotidiana, no comprendo cómo es que en la escuela es una de las materias que más dificultad nos causa comprender. Esta es una de las razones por las que escogí este tema.

Mis primeras clases en la materia me dejaron una enseñanza extraordinaria, al darme cuenta que las matemáticas no las comprendían bien los alumnos y por qué escribo el presente artículo, empezando por los niños de preescolar; seguido de los niños que apenas están aprendiendo a leer en la primaria; pasando por los alumnos de quinto o sexto que, se supone, saben las tablas de multiplicar; continuando con los alumnos de secundaria que empiezan a conocer otras ramas de las matemáticas, así como en la preparatoria que se les dificulta el álgebra y, para terminar, con las matemáticas universitarias que ya tienen que ser útiles en la carrera, ya sea cálculo de variables complejas para unas carreras y estadísticas para otras.

Mi recomendación es empezar jugando siempre o dentro de lo posible. Si los niños asimilan que es un juego, terminarán por practicarlo más que si les decimos que es una actividad escolar. Los niños aprenderán los números del uno al diez en el avión del patio y no dentro del aula escribiendo del uno al diez en una plana. En secundaria aprenderán mejor los triángulos semejantes midiendo la altura del edificio más alto de la institución que dibujándolos en la libreta. En preparatoria aprenderán álgebra y tendrán mayor rapidez si se compite en el pizarrón entre hombres y mujeres. Por último, en la universidad será de mayor significado que hagan una encuesta para después organizar los datos y, posterior a ella, presentarlos a sus compañeros a solamente analizar números aleatorios.

¿Qué hacer para llegar a estos juegos? No es difícil, cuestión de pensar un poco en las actividades que tenemos que realizar con los alumnos, y de allí, seguro saldrá un juego divertido.

De los veinticinco años de experiencia acumulada a través de todos los niveles educativos, he comprobado que así es. He trabajado de las dos formas y, cuando implementamos juegos en los contenidos, los alumnos logran una mayor compresión del tema. Porcentualmente, cerca del 95% de las ocasiones así es, lo que me deja de experiencia positiva que tenemos que aprender jugando y sin presionar a los alumnos de más. Debemos de entender que las capacidades de los alumnos no son las mismas, no todos serán ingenieros o no todos serán abogados, por lo que debemos de considerar siempre este aspecto.

Las matemáticas lúdicas

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