
¿Por qué los gritos pueden afectar tanto a los niños?
Cuando los niños son muy pequeños, no son capaces de identificar la diferencia entre los gritos y el cariño. En práctica, no comprenden que, si sus padres les gritan, no significa que no los quieran, sino que pueden estar estresados o que están reprendiendo un mal comportamiento. No conocer esa diferencia puede generar una gran sensación de angustia y estrés. De hecho, los investigadores creen que los cambios en la estructura del cerebro se deben a la liberación excesiva de cortisol (hormona del estrés), durante los primeros años de vida.
¿Sabías que los gritos afectan el cerebro de los niños?
Los gritos siempre son una expresión de frustración e impotencia. Simplemente, estamos expresando nuestra incapacidad para hacer valer nuestra autoridad de una manera más asertiva. Por eso, gritar a los niños nunca es una buena opción, ya que termina con comportamientos y conductas agresivas.
Los gritos y los hemisferios
Estudios realizados en la escuela Harvard, revelaron que los gritos pueden alterar, de manera permanente, la estructura del cerebro infantil. Descubrieron que algunos menores mostraban una alteración en el cuerpo calloso (estructura que conecta ambos hemisferios). Se encontró que esta alteración era más común en los niños que sufrían maltrato verbal, esa “desconexión”.
¿Sabías que las discusiones entre los padres afectan negativamente en el cerebro de los bebés?
Estudios que se realizaron en la Universidad de Oregón, descubrieron que las discusiones donde se utilizaba tonos de voz muy altos, incluso si el menor se encontraba dormido, afectaba la forma en la que estos procesaban los tonos emocionales de la voz. Los menores que crecieron en hogares conflictivos donde los gritos estaban a la orden del día, mostraban niveles de estrés más elevados cuando se exponían a tonos de voz elevados.
¿Cómo prevenir gritarles?
- Asume que gritar es sinónimo de perder el control. Los gritos no son una estrategia educativa ni disciplinaria, sino el signo de que la situación se te ha ido de las manos. Si eres consciente de esa diferencia, lograrás regularte mucho mejor.
- Descubre cuáles son las situaciones o momentos en los que más gritas. Los investigadores han descubierto que los padres suelen gritar más durante algunos momentos específicos del día, como a la hora del desayuno antes de ir al colegio o por la noche. Detectar ese patrón te permitirá descubrir la causa que se encuentra en la base de los gritos, que generalmente suelen ser las prisas, el estrés o el cansancio.
- Tómate el tiempo que necesites para calmarte. Es importante que los padres se mantengan atentos a las señales que indican que están perdiendo el control. Antes de dejar que el cerebro emocional asuma el mando, tómate unos minutos para calmarte. Respira profundamente y, si lo necesitas, sal de la habitación.
- No alimentes expectativas demasiado elevadas. A veces, la frustración proviene de la diferencia entre tus expectativas y la realidad. Puedes frustrarte porque esperabas que tu hijo hiciera solo los deberes, por ejemplo, y no los ha hecho. Por eso, a veces es conveniente que recuerdes que es solo un niño y que no hace las cosas para molestarte sino porque aún necesita madurar.
- No te culpes. En cualquier caso, no te culpes porque sentirte mal solo aumentará la tensión. A cualquiera se le puede escapar un grito de vez en cuando, solo tienes que asegurarte de que no se convierta en la norma. Ser padres no es fácil, y tampoco es necesario que seas perfecto/a, solo.