Como se expresaba en el mes de febrero del año vigente sobre la dimensionalidad de forma simple, de la realidad que viven estos menores de edad, donde los obstáculos sociales son bastantes al tener tratos y mecanismos poco comunes en comparación con la mayoría de otros que se dicen normales; sobre en lo educativo, limitando el potencial que tienen y que además es desaprovechado, cuestión lamentable, y se debe a que pueden ser más productivos del resto poblacional, incluso con mayor aportación intelectual.

Recordemos algunas discrepancias y que poco se aprecia, donde la inteligencia les permite desarrollar más, y a edad temprana, una lingüística relativa al dominio de lenguas diversas y de otras culturas; sin olvidar la cuestión lógico-matemática, procesando y asimilando la deducción e inducción, y, por supuesto, el manejo matemático como medio para lograr esquemas del pensamiento y del razonamiento.

Qué decir de la combinación entre espacio y música, logrando observaciones que no todos tienen esa capacidad, y entender la comunicación o lenguaje de los instrumentos que expresan palabras; agregando lo quinestésico y corporal, en cuya habilidad expresan emociones que muchos no pueden, y que se ha asociado a culturas antiguas, conservando la buena relación con la naturaleza.

La constante de los problemas sociales se debe a que no pueden manejar, la mayoría, lo intrapersonal, lo contrario a los índigos, provocando a desconciertos a quienes están frente a ellos; reflexionando lo interpersonal y estas semejantes, pueden advertir cosas de otras personas que, en ocasiones, nuestros sentidos no siempre logran captar; por último, lo naturalista, a diferencia de muchísimos, entienden la convivencia y estar en armonía, aspectos vinculados al entorno con otros seres vivos, y quizás por eso se les puede ver diferente, máxima si no destruyen el hábitat, como el resto que lo hace.

De ahí la necesidad que deben desafiar estos menores, debiendo reconocer su presencia en contextos escolares, familiares y sociales, viéndose en la necesidad de incorporarse a los sistemas y normas morales de conducta social, también de las propias instituciones educativas por tener pocas alternancias en la educación nacional o estatal, debido a los bajos presupuestos que hay para ello; precisando que la Universidad Nacional Obrera México tiene como proyecto dar atención e impulsar a estos excelentes estudiantes que, de manera práctica, son autodidactas.

Por tanto, y sin menospreciar, en competencia de Derechos Humanos, hay quienes afirman que alumnos con necesidades educativas especiales son los que presentan un desempeño distinto y desean ser parte de los procesos educativos normales. Insisto, quiénes somos para decir anormales, porque esas solo son reglas sociales impuestas para unos, sin reflexionar qué somos para clasificar grupos sociales, pero, también, se persiguen intereses constantemente de unos cuantos y consideran improductivos a estos personajes.

Hasta cierto modo, es un tema con temas, y se puede hacer perenne. Sin embargo, solo se puede ser irracional y todavía nos permitimos reconocer que más allá, los humanos o personas del grupo social, sienten tener mayor derecho frente a otros, sublimando la libertad, felicidad y conciencia, el conocerse a sí mismo, aceptando la verdad de otros y las raíces que se tienen, mejor dicho, ver la propia involución e incivilización que gozamos.

Es necesario que sean tratados como iguales, sin distinguir escuelas para el desarrollar el aprendizaje sin importar la edad, pero no solo eso, sino evitar desencadenarse hechos de violencia en el hogar, en la escuela y en la calle, por la falta de información y difusión. De lo contrario, se contribuye al incremento de un desorden y agresividad, aclarando que todos somos parte de ello.

Por eso, se debe trabajar mucho sobre el tema, contribuyendo a evolucionar o revolucionar en lo cultural, trabajando con efectividad para equilibrar los límites de otros hacia ellos, sin afectar cambios políticos, socioeconómicas y educacionales. Conmemorando a los menores entre 1 a 13 años, que pueden poseer y manifestar características índigos; también adolescentes entre 14 a 22 años con similitudes; y sin olvidar a los adultos de 23 a 50 años, con igual perfil, y que en conjunto podría existir un salto dimensional, contextual y educativo. Expresado de manera diferente, resulta un problema adaptarse a modelos de educación contrarios a como se les puede ayudar en formación o desarrollo, olvidando principios remotos con la naturaleza misma.

Agradezco a la revista por permitir hacer expresiones que en otros lados no es posible, y sobre todo a la contribución de promover el hábito de escribir al público, respetando la esencia de las opiniones.

En los contextos educativos de índigos

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