
¿Será que el amor, la pasión y las emociones se mezclen y pueden llegar a matar?
Los delitos pasionales, también denominados delitos de sangre, son aquellos delitos en los que la víctima y el perpetrador guardan una estrecha relación, en la cual pueden mezclar disputas de consecuencia sentimental. Además, se caracteriza por la relación íntima que pueden mantener la víctima con su victimario bajo un criterio general, donde las acciones violentas son constituyentes de un delito y que tienen su justificación por la pasión y el amor.
Dentro de las causas que desencadena este tipo de delitos resalta:
1.- La celotipia o celos patológicos: El victimario llega a sentir un miedo extremo, paranoia o inseguridad de perder a la persona amada. El perpetrador puede llegar a sentir enojo, rabia o impotencia, que puede desencadenar conductas violentas a tal grado de concluir en gritos, lesiones o hasta en el homicidio de su pareja.
2.- El sentido de posesión: Desde un punto de vista psicológico, el victimario siente que su pareja es de su propiedad, y que esta le pertenece en todo sentido, provocando esto un derecho imaginario sobre su pareja de poseerla en todo sentido.
3.- La cultura machista: El victimario puede tener costumbres arraigadas, donde es muy marcada la desigualdad de género, la violencia contra la mujer, entre otros. Este factor influye principalmente en los hombres, ya que el victimario puede presentar pensamientos de desvaloración y menosprecio por su pareja sentimental.
Dentro de las características más comunes sobre los perpetradores, estudios psicológicos y psiquiátricos revelan que el desequilibrio psíquico puede estar presente en los victimarios de estos hechos, tal es el caso de una psicopatía que da origen a conductas antisociales. A su vez, los estudios revelan que algunos trastornos de personalidad provocan anomalías graves de carácter, como el fanatismo, la inestabilidad, la terquedad, la impulsividad y la violencia.
La psiquiatría reconoce que este tipo de agresores cumplen con un cuadro de tendencias, entre las que destacan la conducta antisocial, la impulsividad, los problemas afectivo y dificultades de personalidad y de carácter.
Por otro lado, otra de las características de este tipo de delitos es que los agresores, al involucrarse en este tipo de situación y cegados por la rabia, enojo, impotencia, celos, etc, recaen en esa necesidad de accion sin reflexion y sin considerar las consecuencias de sus actos. Dentro de su comportamiento impulsivo y descontrolado, este se asemeja a un ataque compulsivo de epilepsia, que lo puede llevar a agredir repetidamente a la víctima una y otra vez sin medir fuerza hasta provocar su muerte y continuar sin parar hasta descargar todos los sentimientos cargados. Esto hace que este tipo de delitos sean muy violentos, agresivos, gráficos y sangrientos.
Otra de las consideraciones en este tipo de hechos es que los perpetradores, al entrar en razón y volver a sus cinco sentidos, se dan cuenta del acto cometido, lo que puede ocacionar en ellos sentimientos de culpa, remordimiento, tristeza, desamaparo, entre otros. En algunos casos, el victimario puede presentar ese sentimiento de culpa tan marcado que llega a entregarse a la autoridades por voluntad propia o, en su defecto, hasta quitarse la vida.
Los sentimientos pueden llegar a ser armas mortales en manos equivocadas, la pasión y el amor se pueden ver reflejados en las acciones que realizan las personas que más queremos. Tengamos cuidado con quien estamos, a quien conocemos, quien entra en nuestras vidas y a quien dejamos entrar en las vidas que tocamos.