Primero, analicemos qué es la religión. National Geographic expresa: “Es el resultado del esfuerzo del ser humano por contactar con ‘el más allá’»; sin omitir que también en algunos son usanza que puede dar luz a explicaciones globales e interpretaciones acerca del mundo y, por supuesto, también las complicadas tradiciones y sus ceremonias de intercambio en la idea e imaginación entre vivos con sus ancestros, sin dejar de lado el mundo espiritual que nos rodea”.

Agregando otro mundo en el más allá, donde las percepciones personales tienen una relación con un ser supremo conocido como un solo dios, dividiendo en forma básica en dos la conceptualización de religión: monoteísta, y politeísta, la primera de un solo supremo, y de la segunda la convivencia de varios. Según los intereses que se persiguen, donde estarán presentes ritos, sacrificios, ceremonias y oraciones, para buscar una fuerza superior para protección contra el miedo a lo desconocido.

No debemos negar que, en los últimos dos mil quinientos años, los devotos acumulan altercados doctrinales, divisiones, sucesos de violencia, excomulgaciones, pronunciamientos papales y debates metafísicos, entre otras cosas; es decir, todo lo que gira alrededor de la comunión o, más bien, información o desinformación que son vertientes de grupos que desean a toda costa el poder y dominio, cayendo en fanatismo religioso, de forma que alimenta las almas y cuerpos, y es más fuerte que el propio alimento para vivir o sobrevivir, donde la necesidad no es biológica, sino quizás trascendental como un ritual que los lleva a otros mundos y estarán al lado de otro ser superior.

No debería negarse que han tenido una gran influencia clave en las diferentes etapas de llamadas civilizaciones humanas, por la razón a la obediencia que se aprecia en un código moral, ético, social o político, permitiendo sometimiento, visto como un estilo de vida y del supuesto deber, estando disponible castigos o recompensas. Por tanto, se puede considerar que la religión es una ciencia humana que, entre sus objetivos de estudio, está inducir conjuntos de prácticas y creencias.

Valdría la pena incluir en esta opinión una caracterización de sentimientos encontrados y orgullos por las diferencias y complejos potenciales de un país que, socialmente, los estudiantes con poca conciencia tienen sobre la forma extremista de cómo hacen las cosas en nombre de su dios y religión. No se trata de entrar en polémica, sino solo tener referencia que puede llevarnos a otro nivel de conciencia por los riesgos que se corren en un futuro amenazante para el mundo.

Como podría ser el caso de una estructura social fragmentada por los poderes de dominio o control social que debe tener consecuencias, a veces inmedibles, y podríamos verlo con los talibanes en este momento como un resurgimiento y creciente influencia de explicaciones de inestabilidad y conflictividad nacional, sin estar lejos de que se englobe y se tenga en cada nación de las aproximadamente 198 que existen en el planeta.

Mientras en algunos países se busca regresar a clases de forma presencial, en otros los grupos religiosos extremistas cierran escuelas para estudiantes de todas las edades, de manera especial a la mujer, es decir, sofocan otras religiones que no compaginan. Por tanto, son hostiles o violentos que se atreven, de forma pública, a ejecutar a personas que se opongan a sus leyes moralistas.

Pero, también, se debe reconocer que la religión, históricamente, fue una de las primeras educadoras de los grupos humanos, sin menospreciar que nutrió prácticas sociales de referentes normativos que indicaban lo bueno o malo, justo o injusto, de las acciones humanas. Las sociedades humanas fueron educadas mediante autoridad divina, impregnando valores morales o principios de respeto, lo que se ha perdido ahora.

De ahí, lo valioso que aporta la filosofía y ciencia a la educación, bien jurídico que acepta repetición de verdades de algún origen divino, sobre todo en la búsqueda de la verdad del ser humano, en algunas ocasiones, con argumentos válidos, y en otras con pruebas empíricas refutables; luego, entonces, se debe preparar a alumnos para esa búsqueda de verdades que permitan salud mental y física.

Del lado de quienes promovían educación laica, existían argumentos suficientes, con independencia de conocimientos, ciencia, filosofía y religión, para formar ciudadanos de buenas costumbres y moral y, por ende, de la ley social, prácticas que fueron desoladas en cierto modo con las tecnologías y pérdida de los estados de conciencia de las cosas. De forma, la parte intelectual y cultural debe ser recuperada por aquellos que aún tienen conciencia y saben las diferencias y secuelas que pueden evitarse.

Las discusiones sobre la enseñanza, religión y libertad, deben ser superadas, respetando la decisión de cada uno, sin llegar a tensiones por razones de diferencias y evitando siempre enfrentamientos ideológicos y emocionales.

Educación contra religión: conciencia y manipulación

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