Nos estamos refiriendo al conjunto de aspectos que abarcan procesos educativos en el desarrollo de cambios biológicos relacionados con la personalidad ordinaria que puede ser identificada de superdotada.

Recordemos que la diferencia entre cerebro humano y otros mamíferos, es la cuestión de grados, donde el nuestro tiene neuronas en la corteza cerebral, interconexión que actúa como centro del lenguaje o comunicación, es decir, sintáctico-gramatical, entendido como el análisis para realizar funciones de concordancia y jerarquía.

Permitiendo construir mediante palabras, y agrupaciones de estas, sintagmas que representan oraciones y permiten expresar sentimientos, congruencias, proposiciones y entre otras cosas, siendo una excepción; se puede considerar y diferenciar como inteligencia humana.

Lo anterior no significa que los animales no sientan o puedan expresar algún tipo de emoción semejante al de los humanos, aunque su reino tiene su propio lenguaje y debe ser reconocido, dando un lugar y grado a su comunicación, a veces incomprensible para nosotros los humanos.

Como por ejemplo, alguien conoce algún gato que pueda componer música mediante notas; o alguna ballena escriba poesía que luego pueda ser traducidas en diferentes idiomas; o algún perro que desarrolle álgebra, algoritmos o física cuántica; es decir, no existe en la historia, o al menos no conozco animal, con estos talentos, pero lo cierto que es innegable es que existieron y continúan existiendo personas que pueden crear, modificar, restar y multiplicar conocimientos agregados a los actuales. Precisamente, es el intelecto humano que ha logrado ser superado o procesado con ciertas jerarquías relacionadas con los adelantos tecnológicos, donde la neurociencia se encarga de estudiar, sin perder o dejar de seguir la consciencia, el pensamiento y todo lo relativo con el cerebro o inteligencia evolutiva. Donde la cuestión en común es la inteligencia o el sentido común con el desarrollo humano, y que puede verse en lo que muchos llaman índigo, no a manera de comparación, sino diferenciar los procesos entre ordinarios y superdotados.

Esto quiere decir que, a lo largo de la historia y su registro, se puede tratar de concebir que han existido personas con características y cualidades diversas al común de la población, pero que al final, son seres humanos que piensan, sienten, expresan, construyen y aportan, entre otras tantas cosas de progreso, cualquiera que sea. Sin perder de vista que después de cada acontecimiento que afecta en magnitud al mundo, trae una consecuencia de tipo evolutiva; sin omitir las guerras, bombas de destrucción masiva, modificaciones genéticas, etcétera; y entre las aceleraciones de los procesos, surgen algunos como la intuición, la espiritualidad, el talento; la evolución en sí.

Y resulta que, después de la última guerra mundial, se hace más notorio un fenómeno educativo y de información, que, en su proceso, tardaría por lo menos 20 años en ser asimilable para ser reducido a una cuarta parte, y que causa conmoción social; donde estos seres sufren de reprimenda emocional, moral, social, familiar, legal, entre otras,

sin importar la edad que se tenga, olvidando que esas características los hacen únicos, un regalo de la naturaleza. Sin embargo, son marginados y viven en aislamiento, por simple razón de no ser igual a la mayoría, lo que significa que no pueden convivir con otros de la especie, tampoco pueden acudir a las escuelas públicas porque afectan otros que no son como ellos, además son tratados como si tuvieran un retraso o deficiencia mental.

A esto se enfrentan estos seres humanos, que bien podrían aportar mucho, lo que provoca incomprensión y actitudes de menosprecio al grado de tratarlos como cosas o fenómenos. Entonces, deberíamos preguntarnos: ¿a qué se le llama normal? ¿Quiénes son los raros o fenómenos? ¿Qué somos para calificar de bueno o malo a los demás? ¿Somos realmente humanos con sentimientos? ¿Qué buscamos como seres vivos? Son preguntas que nos pueden conflictuar.

En lo interdimensional, visto como una tipología: perfil hiperactivo, detallistas y observadores, que se acompañan de creatividad y sensibilidad; los hacen destacables, sobre todo con su autonomía, y quizás es la envidia para calificarlos de inservibles. Saben lo que otros no, agregando nivel de madurez superior a su edad, a la familia y de docentes, siendo cambios sociales y de contribución a la formación.

Ahí es cuando las escuelas especiales en México no son eso, sino centros de recepción de custodia y guarda; donde poco se hace para alcanzar la plenitud del desarrollo intelectual debido a la gran ignorancia que se tiene y complejo del “yo-yo-yo, yo esto, yo aquello”… Es para analizar y reflexionar qué se hace en las instituciones educativas públicas y particulares.

Los invito a que seamos parte de profundos cambios y evoluciones en las diferentes áreas o campos que contribuyan al desarrollo de las personas índigos, tratándolos como nuestros iguales porque no son raros ni fenómenos, mucho menos con retrasos, solo es dejarlos en el mundo que ellos son parte para buscar como adaptarse, por no ser normales según las regla sociales, legales o morales, impuestas por unos cuantos.

Dimensionalidad educativa en índigos

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