La creatividad, a lo largo del tiempo y los diversos estudios, se ha conceptualizado de diversas maneras de acuerdo con el enfoque que se le dé. Dentro de las investigaciones más relevantes en el campo que nos ocupa, se encuentra la realizada por Torrance (1990), para este autor la creatividad es un proceso a través del cual la persona presenta alta sensibilidad a situaciones problemáticas, o no; buscando y definiendo nuevas formas de pensamiento, a fin de modificar y perfeccionar lo existente (Torrance 1990, citado en Ramos, 2010). Así, la creatividad brinda la oportunidad de transformar lo existente desde un punto de vista personal, con el fin de mejorarlo con miras a buscar formas de excelencia, que son subjetivas para cada ser creador.

Si bien ha quedado expuesto que la creatividad es una capacidad inherente a todo ser humano, es necesario concebirla también como una fortaleza personal. Esto, en tanto que brinda grandes sustentos a la vida de las personas, dentro de los cambios transformacionales y mejoramiento que ésta puede aportar desde sus creaciones en la vida propia o en la de los demás, por motivación y para satisfacción personal.

FORTALEZAS PERSONALES
Es necesario, entonces, entender que las fortalezas personales pueden desarrollarse a partir de incluso bases frágiles; cuando éstas, por voluntad, se construyen, se hacen más fuertes en el individuo brindándole grandes posibilidades de decidir a partir de sus propias motivaciones, qué hacer y cómo hacerlo. De igual forma, fomentar las virtudes o fortalezas no guarda ninguna relación con formarse o aprender de forma directiva, sino más bien se acerca a un descubrimiento y uso creativo de las mismas como características vitales en el desenvolvimiento humano. (Seligman, 2005).

Así, las fortalezas tienen una estrecha relación con la toma de decisión, y más aun con la voluntad. Si se quiere entonces ser creativo dentro del contexto de las fortalezas personales, es necesario tomar la decisión de serlo, aun cuando las bases no se encuentren a favor de ello. Con la voluntad en principio y la determinación de crecimiento, la persona puede lograr fomentar sus fortalezas personales, en este caso específico, la creatividad.

Como ya se ha mencionado que el ser huma – no tiende a la autorrealización, a llegar a ser lo que es capaz de ser, e incluso tratar de ir más allá en virtud de su propia satisfacción. A pro – pósito, Seligman (2005) explica que “La buena vida consiste en emplear las fortalezas personales todos los días para lograr una felicidad auténtica y abundante gratificación.” (p. 34). Esto, entendiendo que la buena vida y la felicidad auténtica se encuentran en el camino hacia la excelencia, en cada circunstancia que se presente en busca de la autorrealización y que signifique una satisfacción propia para el ser.

De tal manera, las fortalezas personales alcanzan un rol determinante en la autorrealización personal, y la creatividad, como una de ellas significa una oportunidad para avanzar en crecimiento y bienestar ante las circunstancias cotidianas que surgen en la vida.

Bajo estas premisas, la creatividad se concibe como una fortaleza personal debido a su valor conocido y reconocido por todas las sociedades y la capacidad de actuación que brinda a la persona en los diversos ámbitos de vida. La creatividad, entonces, se podría considerar como una capacidad, pero también como una fortaleza personal que busca llevar al ser a mejorar su estilo de vida.

El pensamiento creativo brinda una apertura mental que se considera necesaria para tomar las decisiones que, desde la voluntad propia, sean las necesarias y adecuadas a cada persona. Decidir no significa escoger lo que todos es – cogen, o elegir el camino más fácil; decidir, en este ámbito, implica determinar desde la propia experiencia cuál de la gran variedad de opciones, representa el mejor camino en tal o cual circunstancia específica. Esto, sin duda, es un camino hacia el fomento de las virtudes y fortalezas.

LA CREATIVIDAD FRENTE AL CAMBIO
La sociedad, a lo largo de la historia, se ha encontrado en un constante cambio, así como el individuo es un ser dinámico. En este sentido, se hace evidente que el ser humano necesita las herramientas fundamentales para sobrellevar y adaptarse a las situaciones cambiantes que le hacen salir de su zona de confort. Así, en completa relación, Sefchovich y Waisburd (1996) afirman que “Esta adaptación es un constante cambio y requiere de muchas habilidades, entre otras la de ser creativos para saber adaptar rápidamente ideas y conocimientos nuevos y ser capaces de desechar otros antes adquiridos.” (p. 24)

El ser humano, como se ha dicho, es un ser dinámico que se encuentra en constante movimiento, esto motivado por la búsqueda de satisfacción de sus propias necesidades a fin de alcanzar una vida plena y gratificante. En este contexto, Ramos (2010) expone que “Si consideramos al hombre como un ser inacabado, en proceso constante de ser más, se considera la creatividad como un elemento básico en la realización de este ser personal” (p. 19). Cabe acotar a estas palabras que ese proceso de cambios no sólo atañe al individuo, sino que, en consecuencia, involucra a la sociedad en general. Si el hombre se encuentra en constante crecimiento, sin duda la sociedad en que se desenvuelve, debe, entonces, alcanzar al menos el mismo nivel de crecimiento.

Ahora bien, en la actualidad, los cambios surgen en el día a día desde las cosas más simples. Por esta razón, Sefchovich & Waisburd (1996) prevén “(…) necesitamos seres conscientes de la existencia del potencial creativo, dispuestos a desarrollarlo, con la fuerza y la seguridad necesaria para afrontar situaciones impredecibles y resolverlas; el potencial creativo deberá estar proyectado constructivamente para el beneficio de la humanidad” (p. 48). Esa consciencia es el fundamento del crecimiento creativo en cada individuo que la alcance, para, de esa manera, lograr las metas propuestas, los cambios y transformaciones y sin duda, el afrontamiento de cualquier situación presentada desde la mira de la creatividad.

La creatividad, entonces, podría ser considerada una fortaleza que da al ser humano las herramientas que necesita para afrontar situaciones actuales de constante cambio, desde sus propias experiencias de vida, pero con la capacidad de confiar en sí mismo y buscar nuevas y originales ideas y soluciones. Es esta fortaleza, entonces, la que brinda al individuo la oportunidad de ser lo que es capaz de ser, y alcanzar todo lo necesario para sobrellevar situaciones inesperadas.

REFERENCIAS
Sefchovich G. & Waisburd, G. (1996). Hacia una pedagogía de la creatividad: expresión plástica. (3ra Ed.). México: Trillas. Seligman, M. (2005).
La auténtica felicidad. Barcelona, España: Byblos. Ramos, M. (2010). Educadores creativos, alumnos creadores. Caracas: San Pablo

Creatividad en crecimiento

Navegación de la entrada


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *